Experto Panadero 2023

¡La panadería es un oficio hermoso, tiene principio pero no fin!

La panadería es un oficio hermoso
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Gabino Henao Estrada, tolimense de nacimiento pero valluno por adopción es un hombre de rasgos serenos, voz tranquila y una memoria envidiable. Fue el primer panadero que tuvo Levapan por allá en 1967, hace más de 50 años.

Inicios

A los 12 años la única opción junto a uno de sus 6 hermanos, era trabajar para ayudar a su mamá, entonces ni el gusto, ni la pasión tuvieron tiempo de nacer, ganó la necesidad. Así llegó al oficio de panadero, empezó limpiando latas y a hacer mandados en una panadería – ahí conocí un panadero muy sabio don José María Serna Gómez, él no sabía ni leer, ni escribir, por esa época había una panadería en Armenia que hacía un pan muy rico que se llamaba Granada, era un pan duro, pesado pero delicioso y la gente lo empezó a pedir, entonces un domingo después qué terminamos de trabajar me dice don José tome estos dos pesos y madrúguese para Armenia a esta dirección y trae la muestra del pan Granada, así lo hice y yo llegué más contento con la canasta llena de pan, que estaba todavía caliente, cuando don José cogió un pan y empezó a olerlo y dijo este pan no tiene levadura, está hecho con talvina, chicha y sacó los ingredientes, era un tremendo panadero- Recuerda don Gabino.

Limpió latas 7 años durante ese tiempo también aprendió a hacer pan, y ya era hora de ganar mejor, pues tan solo ganaba 6 pesos mensuales, cuando pidió aumento de sueldo, le dijeron que no le podían pagar más, así que decidió irse a trabajar a Armenia, – en una semana me gané 22 pesos, eso era un platal -cuenta don Gabino muy emocionado-.

Empezó a adquirir mayor experiencia y a poner en práctica todo lo aprendido, también a ganar muy bien, así le pudo ayudar económicamente mucho más a su mamá y a sus hermanos, y aunque empezó en el oficio de panadería sin ningún tipo de apego, reconoce que se enamoró de su trabajo, se convirtió en su pasión y bendice este oficio porque con él logró muchas cosas: “la panadería es una belleza, es un oficio que tiene principio, pero no fin”

Cuando tenía 25 años conocí en Armenia a don Arturo Hernández que era de Manizales, un día conversando con él, me preguntó que si me gustaría trabajar en Levapan, y aunque en esos momentos estaba trabajando, no lo dudé, presenté la entrevista y empecé a trabajar en la empresa.

Cuando llegué Levapan, el Gerente era Mario Pérez, el Gerente de distribución era Alfonso Uribe Velásquez, había un señor en Distribución que era muy especial con don Guillermo, Arturo Sanabria, tanta gente, pero para mí don Guillermo Ponce fue una persona muy especial, muy generoso, muy humano, muy bella gente, recuerdo que un día antes de viajar para Panamá me llamó a su oficina y me dijo – supe que te vas para Centroamérica, te voy a dar un consejo “con nadie pero con nadie mijo discuta de religión, ni de política, ni de fútbol” – muy lindo don Guillermo.

Llegué a Panamá a trabajar con un ayudante y montábamos los equipos panaderos en una camioneta, buscábamos un local en los pueblos poníamos los equipos y a trabajar, así empezamos a dar a conocer a Levapan, fue un trabajo muy lindo.

Me retiré de Levapan por unas rabietas, me aburrí muchísimo porque me mandaron para Honduras y allá era muy feo el ambiente social, gente armada a todas horas y los esposos celaban mucho a las mujeres, eso era muy aburridor, sin embargo Levapan es de mi familia.

Yo abrí el mercado de Levapan en Centroamérica, dejé muy en alto el nombre de la compañía, no necesitaba maltratar o hablar de la competencia, porque en ese tiempo la competencia hacía cosas tremendas, llegaban a los negocios preguntando cuánta levadura tiene de Levapan y el dueño decía lo que tenía, se la compraban y le pasaban el carro por encima. Nunca necesité hacer eso, ni nada por el estilo todo lo hicimos con mucho trabajo.

De los muchos eventos que hice con Levapan, recuerdo uno mucho, fue la elaboración de un pan muy grande que lo llevé un programa de televisión que había en esa época y se llamaba Animalandia y el cual presentaba Pacheco, el pan pesaba 76 libras.

Para poder hornear un pan de esta proporción, mandé a hacer una lata del tamaño de una pasera para sacar café, que venía con agarraderas al igual que la tabla para poder moverlo, el horno era de 48 latas giratorio.

Hice otro muy lindo en Honduras, que era un pan de molde de 2.50 * 65, en una panadería que precisamente se llamaba La Hondureña.

Ha evolucionado mucho, y ha cambiado mucho también porque aunque hoy en día quieren retornar a los panes que hacíamos hace 50 años, no es posible tenerlos igual, porque antes usábamos materias primas que ya no se consiguen con la misma calidad, usábamos huevos que sabían a huevo, harina con un nivel altísimo de proteína, etc., era materia prima completamente natural.

Hermoso, muy echado para adelante, tienen un mercado muy amplio.

Son muy buenos, las formas de hacer las cosas han variado mucho, pero son tan válidas como las que usé en mi época.

Dos de mis hijos siguen la tradición, uno es panadero pastelero aquí en Colombia y el otro también es panadero pastelero pero en Bolivia. Mis otros dos hijos se dedicaron a otras profesiones.

Consejos para los nuevos panaderos:

  • Un panadero tiene que ser un apasionado por aprender.
  • Saber qué hace obras de arte.
  • Esforzarse por hacer las cosas siempre bien.

“La panadería es como la guitarra, nadie le ha sacado el último tono”

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